martes, 1 de noviembre de 2011

¡“La gente”, debe ser eliminada!

Ahora que lo pienso una de las campañas políticas más acertadas que he visto en mi vida, la que tuve cerca debido a que por alguna razón que desconozco me ha tocado ser “Colombiano” fue la del ex presidente Ernesto Samper Pizano, liberal; que tras una reñida contienda electoral logró derrotar a su homólogo y contendor Andrés Pastrana Arango en 1.994.

Acertada no solo porque le garantizó la victoria, arrebatándole el triunfo tanto al partido conservador como a su rival, hijo (como él mismo), de una familia prestante, preparado en los medios, periodista de profesión (con periódico propio; ¿quién dijo que la historia no se repetía?), presentador de televisión, secuestrado por “Los Extraditables” y liberado; sino también porque dicha campaña sigue vigente, a decir verdad creo que es la única campaña que sigue vigente a pesar de los años.

El eslogan (que fea palabra cuando se aplica a este contexto) de la campaña presidencial de Samper se basaba en la frase “El tiempo de la gente” y remataba diciendo que a Samper “Le cabía el país en la cabeza”; en uno de los comerciales se podía observar a una joven universitaria de unos 19 años que sorprendida en la calle respondía al entrevistador: “que haga algo… ¡algo!” (traté de ubicar el vídeo en cuestión pero me fue imposible conseguirlo –por ahora- sin embargo este también nos permite experimentar la euforia de una campaña electoral:

http://estrategica.com.co/blog/video/adelante-colombia-es-el-tiempo-de-la-gente-samper/10145.html

- ¿díganme si viendo ese comercial no dan ganas de votar otra vez por el viejo Ernesto?)

...y efectivamente ¡hizo!, hizo muchas cosas; a ultranza este representante, se conservó en el poder, derrochó millones de dólares fruto del erario público en: comprar, corromper y adelantar su periodo presidencial. No logró crear los 1’500.000 empleos que había prometido, ni regresar a los campesinos a sus tierras, ni volver “de doble vía” a la apertura económica, ni conservar con vida a la “Monita Retrechera” que era una de las personas que más daño podría haberle hecho en el evento de acudir a los tribunales, ni a Álvaro Gomez Hurtado quién se atrevió a decir que el problema no era el presidente sino el sistema estatal mismo.

Pero, ¿por qué la campaña de Samper sigue vigente?, básicamente por una razón bastante simple, y es que a Samper no le dio miedo afirmar que el presidiría el tiempo de “La gente” y así fue el sí cumplió por lo menos ésta parte de su campaña, “El tiempo de la gente” no comenzó con Samper pero el si lo volvió institucional e imperecedero en el tiempo. Ya no está Samper, pero “La gente” sigue ahí.

“Gente” en su forma hispana es una palabra que tiene su origen en el latín "gens" o "gentis" y que a su vez se deriva en su origen de la palabra "famulus": Patrimonio, esclavo o siervo. Básicamente la palabra "Gentis" ve la luz en el tiempo del Sacro Imperio Romano (962 a. D. – 1806 a. D.), es una palabra relativamente nueva y su uso fue el de referirse a grupos humanos sin más identidad que la de ser distintos de quienes los gobernaban; es decir, aquella masa que no pasaba de ser patrimonio político o bélico y que se caracterizaba por no tener poder de decisión alguno además de estar al nivel de los siervos y esclavos en la base de la pirámide social de la época. En el inglés “People” procede del latín “populus” con connotaciones similares a las de "gentis".

Por lo tanto se puede resumir que cuando se habla de “Gente”, la referencia se hace a una masa de individuos, inferiores social y económicamente, a los que no se les puede atribuir otra función que la de ser patrimonio político o militar.

Es por eso que la campaña de “Samper Presidente” sigue siendo vigente, ya que en definitiva se reconoció que estábamos (y seguimos) en “El tiempo de la gente” (haga el ejercicio usted mismo de imaginarse a “la gente” y lo que verá en su mente es un cúmulo totalmente amorfo, sin rostro, marchando, gritando o en pasividad pero que no evidencia la más mínima actitud de autonomía, inteligencia o determinismo propio o individual. Es como si “La gente” fuera un monstruo que devorara la calidad individual del ser); en el tiempo de los siervos, de los esclavos, de la indeterminación individual; en el tiempo en que la masa importa más que las personas y en qué ser patrimonio es más importante y creíble que ser persona.

“La gente” es la antípoda de la individualidad, de la inteligencia, de la persona y su esencia; no se puede ser gente y persona a la vez. Así mismo podemos concluir que tal como “gente” es una palabra de origen imperial, está hecha precisamente para que el objeto determinado “la gente”, “la masa” este precisamente cumpliendo la función que le ha sido dada, servir de patrimonio. El Estado por lo tanto no puede actuar sobre las personas, no puede movilizarlas, ni usarlas como patrimonio; pero si puede ejercer poder sobre la masa amorfa conformada por “la gente”.

Es por eso que las campañas políticas están enfocadas a la gente, y es por eso que los candidatos (sean del pelambre que sean) le hablan a la gente y no a las personas, porque las personas son individuos y sus necesidades son por lo tanto individuales, dinámicas y únicas; además porque a las personas no se les habla sino que se habla CON las personas.

Dos estudiantes de la Universidad Nacional de la misma edad, sexo y estrato socio económico no tienen las mismas necesidades, es por eso que de este par hipotético de estudiantes en similares condiciones uno de ellos optará por recibir el beneficio de transporte que la oficina de Bienestar Estudiantil le pueda brindar y el otro preferirá el suplemento alimenticio por ejemplo; y como ambos estudiantes son distintos, sufren por tanto problemas distintos, tienen metas distintas y se conciben como distintas personas.

Si fuéramos a aplicar la representatividad a estos dos estudiantes, tendríamos como consecuencia que nos haría falta un representante para cada uno, además como cada representante es también una persona, cada uno de estos dos representantes tendría por obligación que dejar de representarse a sí mismo durante el tiempo que dure su ejercicio de representación, cosa también imposible.

Podríamos decir que el principio de la representatividad nos conduce a que ninguna persona puede representar a otra diferente de sí misma. Sin embargo en derecho hemos aprendido que un abogado puede “representar” a un cliente o apoderado; más precisamente en términos estatales: a un "agente" o “persona jurídica” , jamás a una persona. Ésta es la misma figura que se usa en el sistema “electivo pseudo representativo” en el que el gobernante no representa personas, representa a la gente que es por definición un cliente, apoderado o persona jurídica que entrega su poder de decisión al gobernante del momento y que se espera tenga la capacidad de salvarlo de la destrucción y carencias que le rodean y que le cubra de bendición, seguridad y prosperidad.

Como es de esperarse las personas hablan de personas, los agentes de agentes; es por eso que es tan común sobre todo en época preelectoral ver a gente hablando de gente, es decir agentes hablando de otros agentes a quienes conocen de la única forma en que se puede conocer a un agente y esta forma es a través de lo que se pueda decir o escribir del mismo y nada más; es por eso que se puede ver a un vecino que renuncia a su individualidad para conminar a una persona a que vote o deje de votar por “X” o “Y” agente o (persona jurídica que llaman).

“La gente” es un producto del sistema, cuyo origen se dio en el Proto-Estado Moderno del Sacro Imperio Romano; cuando una persona en un sistema “Electivo Pseudo-Representativo” aspira a representar a otras, se convierte automáticamente en un agente y lo mismo pasa con sus “representados”. Tanto representantes como representados pasan a formar parte de una masa amorfa, sin rostro, sin voluntad, sin inteligencia, emociones o pensamientos. “La gente” no puede pensar, solo actuar, es la psicología en masa llevada a la práctica, es la bestialidad humana convertida en legalidad e institución. “La gente” esa masa amorfa que no es más que patrimonio, servidumbre y esclavitud, acude a las urnas en una acción robótica, programada e impuesta con la disposición de entregar su poder masificado al estado en primera instancia y a las instituciones que su agente predilecto representa en un juego de representación de doble vía.

Es por eso que hay que estar “aguzado” y tener presente que cuando “alguien” le hable de un agente para recomendárselo, este individuo ha renunciado a su esencia personal y luego de convertirse en agente planea hacer eso exactamente con los demás, normalizarlos, subordinarlos y convertirlos en parte de esa masa con utilidad de patrimonio político y militar.

Quien se ha traicionado a sí mismo hasta este nivel no es fehaciente depositario de confianza, ¿podría serlo alguien que se despoja de su bien más valioso como persona para ponerse al servicio de representantes que ni conoce?

Es por lo tanto labor de las personas pensantes, independientes e individuales; que sienten, toman decisiones, imaginan y sueñan; despertar a través del afecto a los integrantes de esa masa que reposa sedimentariamente sobre los fundamentos estatales, es necesario que estos agentes vean a que han sido reducidos y evitar su poder corruptor al tratar de arrastrar a más personas a formar parte de esa masa putrefacta a la que el estado se refiere como patrimonio. Contrario a lo que diría el político en 1.994 ahora debemos afirmar: Es el tiempo de acabar con la gente, es el tiempo de que esta edad de la ceguera y la masificación llegue por fin a su ocaso definitivo.

Wdevany